El Blog de Pablo Padula

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Apocalipsis digital

Escrito el 19 de octubre de 2014

Muchos han sido los vaticinios que hablan del fin de los tiempos, al menos para la raza humana. Desde Nostradamus hasta los agoreros bíblicos, pasando por los Mayas y Hollywood, todos han hablado de eventos catastróficos violentos, cometas, epidemias, diluvios, bombas atómicas, ataques extraterrestres, para nombrar solo algunos.

Lo que nadie ha hecho es pensar en las raíces de este fenómeno que, para muchos, parece inevitable. Por eso pregunto: ¿dónde creen ustedes que se encuentra el verdadero detonante de la destrucción humana? Ahí está la clave de todo, y si alguna vez esto se termina, va a por ahí, porque ya ha comenzado.

No creo en ninguna teoría apocalíptica, soy más escéptico que nadie y me rio de los profetas del fin. Son todos unos charlatanes. Pero lo que si he observado últimamente es el alarmante deterioro de nuestra propia humanidad, impulsado y acelerado por los mismos inventos que conforman esto que llamamos la vida moderna.

Hace no mucho tiempo, tal vez 20 años atrás, la vida era ciertamente más simple; la gente tenía menos distracciones que ahora, menos acceso a la información, menos cultura en general. Por ese famoso refrán “ojos que no ven, corazón que no siente” se regía la humanidad. Sin embargo, el internet lo cambió todo, nos comenzamos a comunicar mejor y más rápido, aprendimos cosas nuevas, vimos otros mundos que antes resultaban inalcanzables.

¿Alguien puede negar el profundo efecto que ha tenido el Internet en el mundo actual? Ahora la siguiente pregunta es la crucial: ¿nos ha hecho mejores o peores? Yo creo que nos hizo más humanos, porque finalmente pudimos abrir las puertas de un mundo oculto por cientos de años, solo accesible para los ricos que pueden viajar a todos lados, pero que el resto de los mortales desconocían por completo.

A medida que pasa el tiempo, más y más información nos bombardea, no siempre cierta, pero si abundante, mostrando lo mejor y lo peor de los seres humanos. Y aquí es donde se esconde la clave de todo, no estamos preparados para conocernos tanto. Era mucho mejor vivir ignorantes, dentro de nuestras burbujas análogas en donde lo más interesante de las semanas era la charla con algún vecino o mirar un programa de televisión familiar en donde todo parecía color de rosa.

El mundo, tal cual es, asusta. Es impresentable, cruel, avergonzaría a cualquier madre tener un hijo así. La vida era mejor sin saber las atrocidades que cometió Saddam Houssein, Muammar Gadafi o Idi Amin. Lo que realmente ha instaurado la rapidez informativa es una epidemia generalizada de morbo, y una generación de jóvenes que debe crecer dentro de un torbellino de ideas en donde solo puede sobrevivir el que menos sepa.

Mucha gente no se da cuenta de cómo los afecta lo que estoy hablando: el bombardeo constante de impulsos eléctricos en el cuerpo puede terminar con la raza humana, de eso no me cabe duda. Ya sea a través de una enfermedad social que pronto va a aparecer (leyeron bien, un virus causado por las ideas) o por culpa de una histeria colectiva causada por demasiados pensamientos en la población.

¿Cómo va a reaccionar la gente a este virus no es claro, pero si conozco algo de este grupo de criaturas a las que pertenezco, es que seguramente van a aparecer los aprovechadores de siempre para sacar provecho, algo que solo va a acelerar el proceso?

El cerebro humano tiene sus límites, demasiada información o impulsos estimulantes pueden ser fatales. Hay científicos que dicen que solo usamos el 10% de nuestra capacidad, yo les digo: “por algo debe ser”. No importa lo vacío que este el resto, la gente siempre va a analizar lo que recibe con ese 10%. Más información no significa que vayan a abrir las compuertas, sino que va a haber más datos en esa pequeña porción del cerebro que todos usamos. Y ahí es donde se va a engendrar este apocalipsis que predije.

¡En el mundo hay más de 6 mil millones de personas, imagínense entonces la onda expansiva que puede tener este fenómeno! Estamos poniendo un millón de galones de agua dentro de un vaso. Si, todo puede entrar, pero el resto debe salir y nosotros sabemos que los seres humanos no tenemos esa capacidad de olvidar tan fácilmente.

Vamos a llamarlo “locura colectiva”, muy parecida a la que puede despertar un politico o un famoso. Sabemos muy bien que es posible, la historia está llena de ejemplos de personajes que lograron inyectar ideas espantosamente nocivas a millones de personas. Hitler, Chavez, son solo dos casos muy frescos en la memoria popular. Ellos no solo demostraron que con una buena técnica de manipulación masiva se puede lograr cualquier cosa, sino que los humanos podemos creernos cualquier basura si el vecino de al lado está de acuerdo. Somos como moscas en el estiércol cuando se trata de procesar ideas ajenas.

Habiendo dicho esto, ¿quien podría asegurar que pronto la humanidad no va a ingresar en un periodo de caos psicológico impulsado por un exceso de información que erosiona las neuronas del cerebro al punto de causar efectos destructivos?

Yo creo que este es un proceso que comenzó en el año 2000, cuando se comenzó a hablar de que las computadoras podrían autodestruirse por culpa de un almanaque. La sicosis popular fue abrumadora. Ahora solo se necesita algunos años más de exposición a estas sustancias nocivas para que comience el Apocalipsis.

Luego no digan que no les avise.

Pablo Padula

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